Pastelería Alcázar: el secreto dulce mejor guardado de CDMX

Pastelería Alcázar, es uno de esos tesoros ocultos de la Ciudad de México, de esos lugares que se convierten en parte de la historia de una ciudad sin necesidad de anunciarse a gritos.

Un rincón donde la repostería no solo es una delicia, sino un legado familiar que ha endulzado generaciones.

Y hoy, a 41 años de su fundación, esta pastelería, que comenzó en el hogar de una familia capitalina, sigue reinventándose sin perder su esencia.

De un pastel de mazapán a un imperio dulce

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Centro de producción de pastelería Alcazar en calle 10 col. San Pedro de los Pinos

La historia de Alcázar arranca en 1984, cuando una familia chulanga, enamorada de la repostería, decidió compartir su pasión con el mundo.

Todo comenzó con un pastel muy particular: el Alcázar, una delicia de mazapán de almendra con frambuesa de origen español que no solo conquistó paladares, sino que también dio nombre a la pastelería.

Los primeros pasteles se hornearon en casa, en una cocina que poco a poco se transformó en un centro de producción improvisado.

Fue en Saturnino Herrán, en la colonia San José Insurgentes, donde Alcázar abrió su primera tienda al público, dando inicio a una historia de calidad y tradición que hoy cuenta con 19 sucursales y un centro de producción en la colonia San Pedro de los Pinos.

Una renovación que mira al futuro de pastelería Alcázar

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Laugencroissant, es un croissant con textura de pretzel popular para el desayuno en Alemania.

Desde 2019, la Alcázar nos ha ido mostrando una renovación que mantiene su calidez de siempre, pero con un aire fresco y moderno que le sienta muy bien.

Sus espacios han evolucionado para ofrecer una experiencia más abierta y cozy, donde puedes ver el pan recién horneado y disfrutar del aroma de la mantequilla y el azúcar desde que entras, y porque no, tomarte un cafecito ahí mismo.

Pero lo que realmente se mantiene intacto es el delicioso sabor que los caracteriza, y como parte de esta transformación, la pastelería Alcázar ha sorprendido a sus fieles seguidores con nuevas creaciones irresistibles.

Desde el kouign-amann, un pan caramelizado con un corazón hojaldrado y suave, hasta el bretzel croissant, una combinación inesperada pero deliciosa entre la textura de un croissant y el sabor inconfundible del pretzel. ¿Se anotoja, que no?

Un clásico que nunca pasa de moda: la dona de granillo

Y hablando de bocados irresistibles, si hay un producto que merece un aplauso de pie, es la dona de granillo de chocolate.

Un manjar que parece simple, pero que encierra en su suave textura y en su capa perfecta de chocolate crujiente un verdadero viaje a la infancia.

Porque sí, en una ciudad donde las tendencias gastronómicas van y vienen, pastelería Alcázar nos recuerda que los clásicos bien hechos nunca pasan de moda. Y esta dona, que va con certificado chulango, es prueba de ello.

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Pastelería Alcázar no necesita espectaculares ni grandes campañas para ser parte del corazón chulango.

Es uno de esos secretos que se pasan de generación en generación, de esos lugares que los conocedores de la ciudad recomendamos con un tono cómplice, como quien revela un tesoro bien guardado.

Y si todavía no has probado sus creaciones, este aniversario 41 es el pretexto perfecto para hacerlo.

Porque en Alcázar, como bien dicen, «lo más importante eres tú». Y eso, después de cuatro décadas, sigue siendo su mejor receta.

Laura Say

Experta en Ciudad de México, siempre recorriéndola para presumirla al mundo

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