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Leyenda de la casa de las brujas de la Colonia Roma

Leyenda de la casa de las brujas

La colonia Roma es protagonista de muchas historias de nuestra Bonita CDMX, una de las más intrigantes es la leyenda de la casa de las brujas.

En este edificio de la colonia Roma vivió una mujer cuya leyenda ha trascendido generaciones, entrelazando realidad y fantasía.

Edificio Río de Janeiro

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Ubicada en la esq. de Orizaba y Durango en la Colonia Roma Norte en la Alcaldía Cuauhtémoc.

Su nombre oficial es Edificio Río de Janeiro, destaca por su diseño, una torre que culmina en un techo puntiagudo, evocando la imagen de un sombrero de bruja.

Esta peculiaridad arquitectónica, junto con dos nichos y un ventanal que semejan un rostro, es lo que originó al apodo de la casa de las brujas por allá de los años 40.

Este edificio de estilo gótico, construido en 1908 por el ingeniero británico R. A. Pigenon por encargo del presidente Porfirio Díaz, se erigió como un emblema de la modernidad y el progreso de la época.

¿Quién vivió en la casa de las brujas?

Pachita operaba en la casa de las brujas con un sencillo cuchillo de cocina y mandaba a sus pacientes 3 días de reposo y brebajes que ella misma preparaba para sanar.

En una fría y silenciosa noche, llegó al antiguo edificio una mujer misteriosa, conocida por todos como Pachita.

Su verdadera identidad era Bárbara Guerrero, una curandera que, a lo largo de su vida, había viajado por México, adquiriendo conocimientos ancestrales de sanación y espiritismo.

Decidió establecerse en uno de los cuartos de la Casa de las Brujas de la colonia Roma, un lugar que pronto se convertiría en el epicentro de extraños sucesos.

Los vecinos contaban que, al caer el sol, se oían cánticos, susurros y rituales provenientes del cuarto de Pachita.

Sin embargo, lo más sorprendente eran los relatos de quienes, desesperados por una enfermedad o afligidos por algún problema, acudían a Pachita buscando alivio.

Con un simple cuchillo de cocina, ella realizaba lo que llamaba “cirugías espirituales”, donde, según se decía, extirpaba enfermedades y reemplazaba órganos dañados con otros que materializaba a partir de su poder.

El espíritú del último tlatoani mexica

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En el libro Pachita, Los Chamanes de México de Jacobo Grinberg se relatan las curaciones ocurridas en la casa de las brujas.

Sin embargo, ella no se atribuía este poder; afirmaba que era el espíritu de Cuauhtémoc, el último tlatoani de los mexicas, quien realizaba las curaciones.

A este espíritu lo llamaba «Hermanito», y aseguraba que necesitaba de su cuerpo para continuar ayudando a la gente.

El doctor Jacobo Grinberg, un reconocido neurofisiólogo, fue uno de los pocos que se acercaron a estudiar a Pachita e incluso escribió un libro relatando sus hazañas.

Él relataba que la curandera había sido criada por un hombre africano que le enseñó las artes curativas.

El enigma de Pachita atrajo también a personajes de renombre, como el escritor y director de cine Alejandro Jodorowsky, quien incluso se sometió a una operación a manos de la chamana.

A pesar de las dudas y críticas del ámbito científico, Pachita continuó con sus prácticas hasta su muerte el 29 de abril de 1979.

Sorprendentemente, se dice que 48 horas después de su fallecimiento, su cuerpo aún se mantenía caliente.

Hoy, la Casa de las Brujas sigue siendo un lugar de fascinación y temor, donde la leyenda de Pachita perdura, envolviendo en su manto de misterio a todos los que escuchan su historia.

Amor eterno a nuestras leyendas chulangas.