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Leyenda de Don Juan Manuel: el primer asesino serial de CDMX

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Esta macabra leyenda de Don Juan Manuel, ocurrió en la Calle Nueva, que en la actualidad es la Calle de República de Uruguay de nuestro Centro Histórico, específicamente en el número 90 esquina con Isabel la Católica.

Pero antes de que te vayas a visitar la famosa casa embrujada que aún existe y que data del Siglo XVIII, te recomiendo que no sea a las 11 de la noche… aquí te cuento por qué.

¿Quién fue don Juan Manuel?

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Don Juan Manuel de Solórzano y Betanzos

Hace mucho, mucho tiempo, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, existió un acaudalado caballero español, quien llegó a la Nueva España en 1623.

Su nombre era Don Juan Manuel de Solórzano y Betanzos,  y su leyenda envuelve un misterio tan fascinante como inquietante.

Este caballero era conocido por ser inteligente, caritativo y muy devoto.

Cualidades que le sirvieron para ser elegido como “privado del virrey” de la entonces Nueva España, Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta.

Pero, como suele suceder en estos cargos de poder, despertó la envidia y comenzó a ganarse enemigos dentro del gobierno, quienes deseaban su caída y destrucción.

Sin embargo, la leyenda de Juan Manuel cuenta que él era muy astuto y siempre estaba un paso adelante de las trampas que le tendían.

Solo que, tenía una gran debilidad que sus enemigos descubrieron rápidamente, sus celos exacerbados por su hermosa esposa Mariana de Laguna, hija de un acaudalado minero zacatecano.

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Doña Mariana de Laguna, esposa de Don juan Manuel.

Se dice que tantos eran los celos de Don Juan Manuel, que le prohibía a su esposa salir.

A menos que fuera a misa y debía cubrirse con un velo negro que ocultara su belleza y así evitar las miradas de otros hombres.

Aunque tenían un matrimonio envidiable, Don Juan Manuel y su esposa no lograban un hijo que perpetuara su linaje, el destino parecía negarle ese anhelo.

Dichoso aquel que sabe la hora de su muerte

Imagen antigua del Convento de San Francisco.

Desilusionado y con el corazón cargado de dolor, decidió buscar consuelo y paz en el convento de San Francisco.

Para lo cual, llamó a su sobrino desde España para que se hiciera cargo de sus asuntos mientras él no pudiera hacerlo.

Sin embargo, los enemigos de Don Juan Manuel no desaprovecharon la oportunidad que su ausencia les brindaba.

Esparcieron el rumor de que su amada le había sido infiel con otro hombre.

El chisme llegó hasta los oídos de Don Juan Manuel, quien, desesperado y trastornado, invocó al mismísimo diablo.

Ofreciéndole su alma a cambio de información sobre el supuesto amante que había manchado su honor.

El oscuro Lucifer no tardó en responder a su súplica infernal. Le ordenó a Don Juan Manuel salir del convento y asesinar al primer hombre que se cruzara en su camino a las 11 de la noche.

Y así comenzó la escalofriante cacería nocturna, y también por esta razón se le conoce a esta como la leyenda de la calle de don Juan Manuel.

Cada noche, momentos antes de las 11, salía de su morada en busca de venganza.

Cuando encontraba al infortunado hombre, le preguntaba con voz escalofriante: «¿Qué horas son?»

Y al recibir la respuesta fatídica de «Son las 11», desenfundaba su puñal con una sonrisa siniestra en el rostro y proclamaba: «Dichoso aquel que sabe la hora de su muerte»

Y así, llevaba a cabo su sangrienta tarea, cuentan que fue más de una veintena de víctimas.

La leyenda de don Juan Manuel toma un giro inesperado

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Fachada actual de la casa de Don Juan Manuel

Una mañana tocaron a las puertas de su mansión para darle una terrible noticia: su sobrino había sido apuñalado la noche anterior, alrededor de las 11.

Don Juan Manuel reconoció las ropas ensangrentadas y supo, con un escalofrío en la espina dorsal, que había sido él quien había asesinado a su propio pariente.

Desesperado por liberarse de la culpa y remordimiento que lo consumía, Don Juan Manuel se dirigió al convento de San Francisco para confesarse y, con voz temblorosa,  relató todo lo sucedido y rogó por encontrar el camino de la redención.

La penitencia que le dieron para purgar sus pecados y encontrar el camino hacia la absolución, era rezar un rosario al pie de la horca durante tres noches consecutivas.

Don Juan Manuel, con el corazón apesadumbrado, aceptó su destino.

Don Juan Manuel murió en la horca de la Nueva España octubre de 1641.

En la oscuridad de la primera noche, mientras rezaba entre susurros y lágrimas, un escalofrío recorrió su cuerpo.

Una voz del más allá resonó en sus oídos: «Un Ave María y un Padre Nuestro por la salvación de Don Juan Manuel». El misterio se profundizaba, y el temor lo envolvía como un manto sombrío.

Intrigado y temeroso, Don Juan Manuel regresó a su mansión y esperó ansioso el amanecer.

La segunda noche se acercaba, y el peso de su pasado se hacía cada vez más opresivo. No podía abandonar la penitencia.

Nuevamente, bajo el manto nocturno, Don Juan Manuel se dirigió hacia la horca y mientras rezaba, algo extraordinario ocurrió.

Una procesión fantasmal se materializó ante sus ojos. Figuras sombrías y diabólicas lo rodeaban, atormentándolo con su macabra presencia.

Pero entre ese desfile aterrador, pudo distinguir un ataúd que contenía su propio cuerpo.

Aterrado y con el corazón en un puño, Don Juan Manuel corrió con su confesor, rogó, le otorgara su perdón antes de que la muerte lo reclamara, pero se le indicó que debía cumplir con su última noche de penitencia.

Con paso decidido, el caballero volvió a enfrentar la horca en la oscuridad, dispuesto a enfrentar su destino final.

Lo que ocurrió en aquella tercera noche es un misterio, solo se sabe que al amanecer, en el mes de octubre de 1641, encontraron a este pobre hombre suspendido de la horca.

La leyenda de Juan Manuel, asegura que fueron los ángeles mismos quienes llevaron a cabo su ejecución, liberándolo de sus pecados y crímenes.

Así concluye esta enigmática historia de un hombre cuyas acciones y palabras dejaron una huella imborrable en la Ciudad de México. ¿Será que su alma sigue vagando en busca de redención?

Un lugar de Leyenda para un evento de leyenda

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Si te preguntas sobre la casa de don Juan Manuel, leyenda corta que ahora ya conoces, pues resulta y resalta que este recinto sigue en pie.

¡Y ahora funge como un salón para eventos sociales… por si ocupas para la bonita boda o graduación!

Aunque ahora fue adaptada para uso comercial, esta hermosa casona conserva todavía detalles originales en la herrería y la fachada de tezontle, tan características de la época.

¡Incluso cuenta con una placa que atestigua que la Leyenda de don Juan Manuel, fue real!

Avísame si te animas a visitarla, pero no digas que no te advertí no andar dando la hora a extraños caballeros, cerca de las 11 pm.

Amor eterno a nuestras leyendas chulangas.